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Preeclampsia

Preeclampsia: una enfermedad silenciosa y muy riesgosa si no se pesquisa a tiempo
El embarazo es una etapa hermosa para ambos padres, pero es  fundamental que se realicen los controles médicos y ecográficos puntualmente. De cada 100 embarazadas, 90 tienen un embarazo sin ningún disturbio, sin embargo aproximadamente 10 presentan alguna complicación. Una de ellas es la Preeclampsia (PE).

¿Qué es la Preeclampsia?

Es una hipertensión inducida por el embarazo que habitualmente se presenta después de las 20 semanas de gestación. Produce elevación de la presión arterial, retención de líquido (edema) y pérdida de proteínas por la orina (proteinuria).

Entre la semana 11 y 14 se puede definir en cada mujer el riesgo que tiene de padecer la patología, para así inmediatamente comenzar la prevención con aspirina. Esto puede cambiar sustancialmente el desarrollo del embarazo y se evitará que peligre la vida de la madre y del futuro bebé.

Es de crucial importancia dejar en claro que todas las mujeres embarazadas pueden padecer esta patología. Es más, más de la mitad de las madres que desarrollan PE no tienen factores de riesgo. Sin embargo, existen algunos factores que aumentan las posibilidades de que eso ocurra, como por ejemplo:

Primer embarazo (primigesta)
Embarazo con 40 años o más
Periodo intergestacional (entre embarazos) de 10 años o más
Obesidad (índice de masa corporal de 35 o más kg/m2 en 1er control)
Historia familiar de PE
Embarazo múltiple (9 veces más PE que las primigestas)
Cuando esta enfermedad presenta síntomas, ya es muy tarde. Desafortunadamente, las embarazadas no presentan malestares hasta cuando la patología está avanzada. La sintomatología es tardía y como consecuencia de una crisis hipertensiva o de alguna complicación materna o fetal producida por la preeclampsia. Los síntomas maternos más frecuentes son dolores de cabeza, vómitos, trastornos auditivos y visuales, dolor abdominal, convulsiones e incluso llegar a un coma.

¿Cuáles son sus consecuencias?

Esta enfermedad cuando no es tratada a tiempo, puede ser mortal para la madre y para el hijo. En este último, se asocia a un retraso del crecimiento intrauterino y prematuridad, con todas los riesgos que conllevan (síndrome de dificultad respiratoria, retinopatía del prematuro,  apnea del prematuro, hemorragia intraventricular, daño y parálisis cerebral, etc.). También puede ocasionar un desprendimiento prematuro de placenta, que puede producir muerte fetal.

Por otra parte, la embarazada puede presentar accidentes cerebrovasculares, hemorragias (retina, hepáticas, etc.), enfermedad renal, convulsiones y la muerte. Pero estas consecuencias se podrían evitar si las embarazadas son rigurosas en sus controles y siguen las indicaciones de los especialistas.

Predicción

Este es el primer paso en todo embarazo. La etapa más importante es entre la semana 11 y 14 de gestación. Durante ese periodo se puede estimar el riesgo genuino de presentar la enfermedad analizando la combinación de:

Antecedentes de la madre
Parámetros biofísicos (peso, talla, presión arterial)
Estudio Doppler de las arterias uterinas
Parámetros bioquímicos (nivel del factor de crecimiento placentario estudiado en una muestra de sangre materna).
Con todos estos datos se puede calcular la probabilidad de que la embarazada desarrolle preeclampsia antes de las 37 semanas de gestación. De este modo, el especialista tratante, podrá administrar medicamentos para prevenir la enfermedad y modificar la conducta y controles del embarazo.